EVENTOS

domingo, 11 de febrero de 2018

Memoria de mujeres que luchan: 1


Con el testimonio de Itandehui, se inaugura "Memoria de mujeres que luchan", una sección que  obviamos  hasta el día de  hoy, pero que espero podamos enriquecer  con las  experiencias de  todas aquellas  compañeras que participaron en este  proceso,  y   que hasta el día de hoy  siguen trabajando por el derecho a la  educación, y  todo aquello que  aporte a la transformación de las  sociedades... 




Itandehui Monroy

Yo escribí esto: El 5 de febrero alcance a hacer el amor en un salón de Pogrado de la Facultad de Filosofía y Letras, fue una especie de despedida fetichista, amorosa y simbólica del espacio. Luego nos fuimos a la sesión del CGH en el auditorio Che Guevara, misma que sucedía entre el rumor y la certeza de que se preparaba más represión. La provocación y la entrada de la PFP en prepa 3, tres días antes, los presos, la cerrazón de las autoridades, el linchamiento mediático, el cansancio y desgaste del movimiento, el cierre de filas con Juan Ramón de la Fuente como rector y su propuesta de "plebiscito" que no era ninguna solución sino un caballo de Troya para justificar la represión final.

Todos estos elementos hacían un panorama que indicaba el fin, no sabíamos si el rumor era certero pues vivimos mucho rumores del tipo y en una especie de estoicismo, necedad, romanticismo y ética decidimos quedarnos "hasta el final". Recuerdo que estaba nerviosa y en algunos momentos quise irme de C.U al pasar la tres de la mañana supuse que ya no pasaría nada, me relaje y me dormí en una banca, a la mitad del auditorio mientras la asamblea seguía. Me despertó el grito de "ahí viene la policía!", un alarido de alarma, terror y resignación. 15 segundos después entraron los del Grupo De Acción Inmediata, grupo de elite, todos vestidos de negro, casco tipo militar, cubiertos del rostro. Recuerdo que algunos venían armados y otros con macanas que sacaban un láser tipo Guerra de las galaxias. Se apodero el terror de mí, en dos segundos corrí al lado izquierdo del auditorio, me detuve al recordar que mis huaraches consentidos compañeros de mil caminos estaban tras de mi abajo de la butaca.

Volví dos pasos y me tope con un puerco...retome camino en dirección contraria y sin nada de valentía me trepe como pude entre mis compañeros esperando estar lo más lejos posible de los tiras que para ese entonces eran la mitad del auditorio y nos tenían rodeados. Recuerdo bien como me abrazaba de la cabeza de alguien y quería seguir trepando pero no había modo. El terror,la incertidumbre de imaginar que quizás nos torturarían, nos violarían, nos desaparecerían, nos matarían. Los compañeros asustados, el llanto, la desesperación, el silencio. El maldito silencio se sembró en el auditorio que tantas veces nos vio discutir. Fueron tres o cuatro compañeros quienes valientes lo rompieron, uno de ellos el "oso". Exigieron saber si tenían orden de aprensión y esas cosas que obvio estaban de más pero en ese momento fueron calma y dignidad.

Nunca olvidare que cuando nos sacaron del auditorio, en fila india, tomados fuertemente de las manos,rodeados de PFP y hombres de traje gris y alma negra ví un monstruo, un verdadero monstruo construido por los aparatos de represión de este país. Era un "ex-ser humano" gigante, drogadisimo, con evidente entrenamiento de deshumanización, torturado y rebosante en furia y odio hacia nosotros. Lo tenían sujetado entre varios policías y el rabioso se nos aventaba.

Luego ví la luz, los camiones de la línea estrella blanca esperándonos,los medios de comunicación en festín, gozando el fruto de su arduo trabajo. Nos treparon, nos amontonaron en 14 camiones y al salir de cu pudimos ver a algunos de nuestros padres,madres, compañeros y familiares exigiendo saber de nosotros. Nos llevaron a un galerón gigante lleno de policías acostumbrados a combatir con narcos, sorprendidos de ver entrar a unos estudiantes jovencitos y flacos como el trofeo. Terrorismo, Sabotaje, Asociación Delictuosa, Motín y Despojo.


Tremendos delitos que nos culparon, tan grandes como el tamaño de odio que nos tenían, éramos unos malportados que no nos llegaron al precio, que ni accionando todas sus sabidas estrategias habían podido someter. Defender un derecho social en este país es un gravísimo delito, hacerlo con convicción, organización y rebeldía es un agravante. Y la historia continúa, apenas voy en las 10 de la mañana, pero ahí la dejo. Solo quería decir en pocas palabras (¡ja) que no olvido ese 6 de febrero y tampoco lo perdono. Y eso no es un lugar común ni una consigna, es una forma de vida. La historia ha puesto a cada quién en su lugar y como dicen por ahí: lo volvería a hacer.



FUENTE:  Memoria UNAM. Generación 99-2000 URL: https://goo.gl/9j8mXc. ACTIVA, al  1 de febrero de  2018. 






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